A la hora de escribir esta entrada, faltan aún tres jornadas para finalizar la temporada 2013/14 y lo que está claro es que ya una de las plazas de descenso está confirmada. El Real Betis Balompié se ha hecho dueño de la última plaza en una temporada absolutamente horrible, y como tal, el año que viene militará en la Segunda división del fútbol español. No por menos esperado, deja de ser desalentador, un descenso, siempre será un descenso.
La temporada ha sido un verdadero despropósito en todos los aspectos y en las citas que aún quedan, a lo máximo, el Betis logrará batir nuevas marcas negativas que convertirán los guarismos del año, en un verdadero ejercicio de lo que significa hacer todo mal. Un mal ejemplo cara el futuro. Esta forma de descender tiene la ventaja sobre otras ocasiones, en que es absolutamente en frío, y por eso, el beticismo, tiene tiempo más que suficiente de preguntarse que es lo que tan mal se ha hecho, que es lo que ha ocurrido, para acabar tan infortunados. Me dedico a escribir este artículo por ser la mera constatación de un desastre que se veía venir. En anteriores opiniones, ya recordaba el terrible error -y principal- de cesar al entrenador José Mel Pérez. Ahora el tiempo tristemente da la razón a aquellas palabras. El cúmulo de errores concatenados que ha sido el Real Betis posterior a Mel, redundan en el sentido ya expresado desde entonces, de que en un Betis «provisional», el nudo gordiano que mantenía unido cualquier simulacro de proyecto, era justo, la extensa personalidad de un gran técnico.
Ser contratado por el West Bromwich Albion dos meses después de dejar colista a un equipo, no es por casualidad. A Pepe Mel se le dio una plantilla nefasta y aún así se le hizo responsable primero de una situación que nada le correspondía. Tras su marcha la cascada de abandonos ha sido masiva. La última posibilidad de permanencia de un equipo desilusionante, desapareció con su marcha. Guste o no.
Y no es que sea José Mel Pérez un estratega definitivo del fútbol -aspecto del que tenía sus carencias, además de sus manías-, pero nadie puede negar que era el tapón perfecto que evitaba el centrifugado de unas decisiones deportivas que hubieran mandado al caos a cualquier club de no ser este, el Real Betis Balompié. Tras su salida el Real Betis Balompié se ha convertido en una casa que abandonar a toda prisa. La estampida ha sido total, y el equipo ha quedado a la deriva, sin capitán ni oficiales capaces. Realmente en el Real Betis, para pesar de los béticos, no ha existido proyecto más allá del modelo «cortijero» que estableció Manuel Ruíz de Lopera. Los despropósitos se estaban acumulando, contenidos por el buen hacer del técnico, y lo que en fútbol es el bálsamo de todos los males; cuando la pelotita se decide a entrar sin motivo aparente. Principalmente el Betis provisional se estaba deshaciendo sin darnos cuenta, y de golpe y porrazo todo ha sucedido.
Plantilla 2013/14. La plantilla de la desilusión. En muchos años de acudir al Villamarín, reconozco que es de las plantillas más flojas que he visto. Aún así, objetivamente, como amante del fútbol, las hay bastante peores en la actual Primera división. La diferencia radica en que el desastre institucional y la falta de liderazgos, han permitido que muchísimos de esos jugadores de la fotografía, hayan campado a sus anchas por un club absolutamente virtual.
El club sumido por la nefasta gestión de Lopera en una difícil situación económica, no ha conocido más que una permanente desinversión deportiva temporada tras temporada. Para botón de muestra, pocos discutirán que la plantilla que el Betis tenía la temporada del ascenso, es sin duda la mejor en cuanto a caché de todo lo que sería el periodo Mel. Año tras año, el equipo ha sido «reinventado» con fichajes «low-cost» y constantes pérdidas de los mejores futbolistas. Evidentemente parecía funcionar. De un lado con la acuciante intervención judicial, y con los resultados llegando, parecía que el fútbol se reinventaban en el Villamarín. El hacer y deshacer del administrador Bosch estableció como coherente una política absolutamente contraria a lo que es el fútbol nos guste o no. En el fútbol profesional no se puede competir con trabas como «salarios máximos» y torpezas como las no renovaciones de los mejores exponentes de la cantera.
El pecado se estaba cometiendo temporada tras temporada, y la última el proceso aceleró. Ahora con el descenso en la mano, duele pensar como se ha planificado una temporada tan esencial como la presente, en la que el Betis participaba de la Europa League. De golpe y porrazo, Adrián -portero-, Cañás -mediocentro-, Beñat -organizador-, Pozuelo -mediapunta-, abandonaban todos a una el club, en muchos casos por verdaderas decisiones que rozan la corrupción.Por contra los refuerzos eran mediocres. Sumado a todo esto, la política de cantera, deja boquiabierto. Un supuesto proyecto de surtir al primer equipo desde los filiales, casi en su totalidad, parte de la premisa de eliminar todo el staff técnico y plantilla, para proceder con fichajes de otras canteras. Sorprendente. Realmente una gestión deportiva absolutamente nefasta con resultados fácilmente evaluables.
Evidentemente no voy a cargar contra Leo Batipstao. El no es responsable del descenso del Betis. Simplemente es una malísima operación económica del equipo, que además ha redundando en un bajísimo rendimiento deportivo. Pagar 2 millones de euros por una cortísima cesión, cuando se han dejado marchar a Cañas, Adrián, o incluso el propio delantero Dorlan Pabón…. Debería ser hasta denunciable.
Sumado a todo lo narrado, viene el dicho de «a perro flaco, todo se le vuelven pulgas». Y es que en realidad, no se puede narrar mejor. Un «organismo» como el Real Betis, debilitado, es presa fácil de elementos como la suerte y la casualidad. En plena pretemporada estalló el asunto «Castro», que a la postre mantuvo al delantero franquicia heliopolitano descentrado y lesionado durante más de un tercio de la competición. Xabi Torres, medio centro que tenía que suplir al competente Cañas, lesionado de gravedad.Por si fuera poco, la temporada ha estado trufada objetivamente de unos malísimos arbitrajes en contra. Sumémosle una temporada amplia de partidos merced a la competición europea, y el resultado es la temporada que está a punto de terminar y en la que no han existido ni un solo motivo de alegría verdiblanca. Finalizo recordando los «fichajes» de salvación, donde el botón de muestra es Leo Batistao por cuya cesión por cuatro meses el Real Betis ha desembolsado la increíble cantidad de 2 millones de euros… El mismo equipo que no renovaba a Adrián…
Suma y sigue, sigue y baja. Finalmente cualquier bético se siente profundamente decepcionado. No se piense que el descenso es el motivo. Nunca más lejos, el bético «manquepierda» está acostumbrando a las temporadas «inexplicables» del conjunto verdiblanco, pero justo esta no tiene nada de inexplicable. El descenso es justo y matemático. Las cosas se han hecho fatal, y esa es la desilusión. Algunos vicios que parecían abandonarían el Villamarín, no solo no lo han hecho, sino que han tomado su aspecto más deplorable. En fín. Entre todos lo mataron y el solito descendió.
Un Saludo.