Observando las Estrellas: El telescopio

Publicado: 2 diciembre, 2011 en Ciencia

Como bien saben algunos de mís lectores, soy asiduo de la observación de las estrellas desde hace bastante tiempo. Tras la última quedada decidí escribir ésta entrada en el blog, motivado por una de las dificultades mayores frente a las que se encuentra el inciado -y no tanto- en el campo de la astronomía. La forma de mirar el cielo, ésto és, con qué se va a mirar, supone un sempiterno debate, donde como no, existen múltiples opciones que trataré de ilustrar.

 En la imagen M-31 Andrómeda… ¿Impresionante verdad, sabías que en una zona sin contaminación lumínica, prácticamente se ve a simple vista? Por supuesto en tú telescopio no esperes ver esas gamas de colores y profundidad espacial….

En primer lugar y yendo a la inversa de cuanto leo por la red, dejaré claro para el iniciado lo que va a ver en un telescopio; que no haya malentendidos. No espere el futuro comprador, esperar que exista un telescopio dispuesto a mostrarnos los guijarros y motas de polvo planetarias. Tampoco espere encontrarse con coloridas nebulosas ni fulgurantes cúmulos. No, ni mucho menos, a lo más que podrá aspirar es a contemplar puntos de luz para las estrellas, tenues nubes blancas para galáxias y nebulosas, y siluetas espectrales para los planetas. El telescopio más pequeño, hasta el mayor al alcance de un particular, tienen esa salvedad, ninguno es el Hubble espacial ni Monte Palomar. Muchas veces la diferencia sería explicable con un sencillo ejemplo visual; sería observar canicas grandes o pequeñas, pero siempre a unos metro de distancia. Aunque pueda parecer decepcionante, no lo es ni mucho menos. El universo es inacabable y en estos parámetros te sorprendería la de cosas que allí arriba te están esperando. Aclarado este punto, debería dejarse de lado la obsesión por los aumentos; realmente ante tamañas distancias no sirve de nada.

…. M-31 Andrómeda de nuevo. Si logras una imagen así, ya habrás logrado mucho. Sólo la observación continuada te llevará a ver cada vez más y más.

¿Para qué quiero un telescopio?

Ésta pregunta si me parece bastante más interesante que los aumentos que desarrolla un determinado telescopio. Realmente el mejor telescopio que puedas tener, es aquél que no acabe en venta de segunda mano, o desmontado encima de un armario; es el que más uses. Normalmente en la indecisión se frustran otras pocas de vocaciones astronómicas. Muy normal es adquirir pesados e inmóviles telescopios, inoperables o monturas incomprensibles, cuando lo que se desea realmente es mirar aquí y allá. Craso error. El primer planteamiento es como voy a usarlo. No es lo mismo la terraza de tú casa, donde solo observes una decena de estrellas, que una aislada y coqueta casa en una alta meseta, donde a buen seguro verás miles de ellas. Aquí en astronomía, el lugar si importa. Además, la parte logística. Disponer de espacio de sobra o por contra, no disponer, y tener que estar montando y desmontando costantemente. Así pues lo primero que te preguntes, sea cuanto lo voy a usar, en que condiciones y para qué.

La montura; ecuatorial vs azimutal. That`s the question.

Esta sería para mí la primera pregunta básica una vez decidido adquirir un telescopio. La montura como su nombre indica es donde irá apoyado el telescopio elegido, y a su vez como se moverá este. Motivado por la rotación de la tierra, la observación de las estrellas sufre un curioso efecto de larguísima curva a lo largo de la bóveda celeste, dependiendo de la latitud. Evidentemente éste efecto, hace que las estrellas se «muevan» en el cielo, y dificulta su seguimiento. Un eje campechano, arriba-abajo, izquierda-derecha – latitud-longitud, esto sería azimutal a groso modo-, sirve para detectar y mediante constante correcciones, seguir una determinada estrella -normalmente visible a simple vista o muy conocida-. El problema nos viene cuando la estrella no es tan conocida ni visible, y tenemos que «navegar» de estrella en estrella para conseguir un determinado objetivo; Aquí es donde entrarían en escena las monturas ecuatoriales.

Sin duda alguna una observación más «profesional» del cielo, requiere indudablemente de una montura ecuatorial pues facilita enormemente el trabajo «fino» en el cielo. Además de facilitar la localización, el seguimiento es más seguro, y por si fuera poco, abren el campo de la astrofotografía mediante la utilización de las monturas ecuatoriales mecanizadas y los ordenadores de localización y seguimiento. Siendo la recomendación, no por ello es definitiva. En mis búsquedas celestes, me encontré con que la mayoría de monturas equatoriales de usuario medio, adolecen del problema de falta de profesionalidad. Dígase que el camino es el correcto -dotando al telescopio del instrumento más apropiado y ajustado-, pero incluyendo los mecanismo estrictamente necesarios, pues las tablas de graduaciones que incluyen, y que en teoría facilitarían la localización estelar, no son para nada ni afinadas ni ajustadas.

En resumen, si pretendes moverte frenéticamente por el cielo, adquiriendo con facilidad objetivos desde el primer momento, la mejor opción es sin duda una montura azimutal. Por contra si deseas una búsqueda sosegada, preparando un calculado viaje estelar o dedicarte a la astrofotografía, deberás pensar en ecuatorial. Ninguna de las opciones te hace menos «astrónomo» aficionado, solamente definirá tú movimiento final por el espacio a explorar.

La óptica, una cuestión de peso.

Como dije anteriormente, no debe el aspirante a telescopio, obsesionarse con la idea del x100, x500, x1000. La inmensidad espacial no necesita en el fondo de tal idea -sería una lucha pírrica-, pero si por contra de calidades. Más vale un telescopio que defina perfectamente en 40 aumentos, que no uno que sea incapaz de mostrar más que un borrón en 500. Aquí si se marcan diferencias de honestidad en lo que a una marca u otra de telescopios se refiere.En la óptica a su vez, debemos diferencias dos cuestiones; de un lado la propia material del producto -ya sean cristales o espejos- , donde cuentan -y mucho- las marcas en cuestión, y de otro lado las especificaciones técnicas del propio telescopio. Del primer grupo buscar siempre en ópticas o tiendas especializas -donde encontraremos a buen seguro buenas ópticas-, alejándose de supermercados y grandes almacenes -demasiadas lentes de plástico y telescopios de broma-. De las especificaciones técnicas, principalmente nos preocuparemos en tres asuntos; apertura, distancia focal y potencia máxima.

  • Apertura: Dígase que la apertura es el diámetro de la lente o espejo con la que trabaja el telescopio en cuestión. A mayor sea el valor, más luz entrará, capacitando al mismo a visualizar estrellas más débiles y tenues. Esta cualidad, permitirá definir si lo que queremos es hacer observación planetaria en el sistema solar, o introducirmos en el espacio profundo y las galaxias.
  • Distancia Focal: Este valor define la distancia en la cual el telescopio es capaz de formar la imagen desde la lente primaria. Un valor más alto que otro, es sinónimo de una mayor capacidad de amplificación, lo que combinado con los diferentes oculares de salida, nos conduce a la operación de aumentos finales(x-…). A este cálculo se llega de dividir la distancia focal con el ocular que vayamos a utilizar; 400 mm de distancia focal, usando un ocular de 20 mm devolverá x20 aumentos.
  • Potencia máxima: Resulta el valor máximo de aumentos que producirá el telescopio. Muy útil para no enloquecer sumando lentes barlow y milimetrajes mínimos. El telescopio tendrá un valor de potencia máxima que no es aconsejable superar – ni siquiera acercarse, es muchas veces pura teoría-. Este se calcula asumiendo un valor de potencia de 60 por cada pulgada de apertura; un telescopio de 140 mm (5’6 pulgadas) tendrá una potencia máxima de x336 aumentos. Quede claro que a mayor aumento usando oculares y apurando estos límites de potencia, menor claridad e imágenes más oscuras.

Dicho esto habría que puntualizar, que por supuesto entre dos telescopios de buena construcción en ópticas, uno con un valor de Apertutra 70 mm y una Distancia Focal de 400 mm, y otro de valores de Apertura 127 mm y Distancia focal de 1000 mm, la decisión sobre su adquisición sólo podría venir lastrada por la diferencia evidente en los precios; la segunda alternativa siempre sería mejor que la primera. Otra cosa bien diferente es el uso y otras características, que podrían decantar la elección a otros planos.

Los Tipos de telescopio, sobre gustos, los colores.

Establecidos los parámetros que a mi forma de ver deberían ser prioritarios a incluirse en la búsqueda de una solución para la observación espacial, ahora pasaré a los diferentes tipos de telescopio que existen principalmente. Los grupos de telescopios que analizaré serán cuatro; refractores, reflectores, catadióptricos y dobsonianos.

  • Refractores: Un telescopio refractor, es lo que todos esperaramos de un telescopio cuando iniciamos. Tubo largo, una lente ancha y una más pequeña como ocular para observar. Realmente estámos hablando de primer sistema telescópico usado en el mundo y sin duda alguna el más extendido. Es el modelo construido y usado por Galileo para iniciar la observación espacial. Existen en monturas azimutales y ecuatoriales. Son fáciles de manejar y dan una calidad de imagen óptima. Su mantenimiento es fácil y escaso.
  • Reflectores: También llamados newtonianos -pues fue Newton el primero que construyo uno practicable-, ya no depende de lente, sino de espejo. Gracias a este uso, se abarató considerablemente la capacidad de dotarse de un telescopo con grandes aperturas a módico precio. Son la solución ideal para con un presupuesto limitado, aventurarse en el espacio profundo. Son de montura ecuatorial y sus desventajas son el peso y el mantenimiento. A diferencia de los todoterreno refractores, los reflectores se encuentrar abiertos al aire libre por su zona de observación. Esta característica hace que tarde o temprano los espejos acaben ensuciándose, dando como resultado la pérdida de calidad de imagen. Además son muy sensibles a golpes y cambios de temperatura.
  • Catadriópticos: Se les considera la solución más completa, pues combinan un sistema de espejos con las lentes de refracción. La combinación de estos elementos le dotan de grandes capacidades, ahorrándose los problemas de suciedad de los reflectores. Aún así, su mantenimiento es todavía más complejo que los refractores. Con todo dejan entrar bastante luz -quedando como muy válidos para astrofotografía-, enfocan perfectamente, y aunque existen de muchos precios, suelen ser los más caros cuando hablamos de calidad.
  • Dobsonianos: Hablar de dobsonianos, es hablar de un reflector dotado con montura azimutal. Popularizados a mitad del siglo XX, no es más que la respuesta económica a la necesidad por parte de los aficionados de disponer de un reflector de tamaño considerable a un precio asequible. Todo el capital se invierte en una poderosa óptica, dejando la montura en una creativa «cureña de cañón» azimutal. Requiere bastante pericia y conocimiento del espacio sino está computerizado.

Para finalizar, mí opinión particular. Realmente quién va a observar es quien debe saber que debe afrontar. A mí modo de ver, un refractor de 70 mm,  o un reflector de 114 mm mínimo deberían bastar para iniciarse y divertirse bastante. A veces una excesiva pretensión conduce a la frustración final por la evidente complicación. No sería ni la primera ni última vez que ví un fabuloso telescopio que jamás fue capaz de detectar una sola estrella. Toda una pena. Así pues recuerda que quieres hacer, donde y como….

Un Saludo.

comentarios
  1. alez dice:

    =) un post que no deja lugar a discusiones, vaya!!! 😛 Un abrazo!

  2. lauread@ dice:

    jajajaja, espero te haya gustado…. A ver si os animáis y miramos el firmamento, es inacabable… XDDD Que teniendo tres, no sea por no haber herramientas.

    Un Abrazo!!!!

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