Pues resulta que ya estamos inmersos en la navidad. La vida acelera y año tras año, cada vez se me hace más rápido el tránsito de esta festividad. Ante todo felicitaros las fiestas navideñas, deseando para el próximo año como siempre lo mejor. Ahora entre preparativos de fiesta, momentos de familia, me quedo pasmado mirando el Belen que año tras años se coloca en mi hogar, en cualquier hogar…
La representación que el cristianismo hace aldabonazo de su propia representatividad, es fulminante. Un niño rodeado del amor de sus propios padres. No se comienza en un estruendoso génesis, con una pléyade de deidades menores adorando, simplemente un pobre pesebre con un rico amor. Un padre, una madre y el fruto de ámbos.
Se me viene a la cabez de inmediato, la duplicidad emocional que la navidad causa en las personas. De un lado siendo una fiesta maravillosa de pura felicidad, pero que no podemos negar, que tanta melancolía causa. La navidad es un comienzo, iniciado en la belleza de una nueva vida, la formación de una familia. ¿Puede ser más humano y reconocible? Evidentemente no.
De ahí que del mismo modo que es una fiesta de alegría, pueda causar tristeza. El nacimiento nos recuerda que hemos comenzado, y que sin duda alguna, algún dia viviremos el mismo destino que cualquier vida humana. Nacemos, vivimos, sufrimos, y tristemente al final, morimos. Evidentemente el triste final, no puede empañar la alegría y grandeza del comienzo…
– FELICES FIESTAS NAVIDEÑAS, HOY NACE EL NIÑO DE BELEN, HOY COMIENZA DE NUEVO TODO –